luns, 23 de outubro de 2023

Cine mudo na biblio... un pouco de contexto.

Non esquezades que o mércores ás 18.00 temos unha cita co noso piano de cola que sonorizará, cos dedos da profe de música, unha fantástica peli pola que non pasan os anos... Sorpresa! Só vos diremos que ten 105 anos e que vos vai sacar algún que outro sorriso.

O cine mudo sonorizado en directo ten a gracia das máquinas do tempo: lévanos ao pasado, cando un humilde pianista tiña que sacar adiante a proxección improvisando ou tocando moitas veces (pero con distinto xeito) as poucas partituras que tiña. A música servía como acompañamento, como contexto ou como nexo ás distintas partes do film, e tamén para ocultar o ruído que o equipamento de proxección facía daquelas. Mesmo nalgunhas grandes salas, por exemplo no Cine Fraga en Vigo, en vez de piano había un órgano de tubos, que permite formidables efectos sonoros.

Na bitácora "En blog de plata", dedicada ao cine, explica así de ben o contorno no que se desenvolvía aquel espectáculo:


"Para rastrear los inicios de la música en el cine debemos remontarnos a comienzos del siglo pasado —comienzos del XX pero también los últimos años de la década de 1890—, a la explosión tecnológica y científica de aquellos momentos en los que los hermanos Lumière y George Méliès hacían su magia, en todos los sentidos. Pocas composiciones han sobrevivido de este período, pero no por ello desconocemos el uso que se le daba por aquel entonces a la música, recurso imprescindible en las salas donde se proyectaban las películas que precedieron al sonoro.

Pese a la ausencia de sonido en las películas, la música cumplía una curiosa función más allá de la de ambientar al espectador: era una herramienta muy útil a la hora de ocultar el sonido producido por el proyector, que distraía la atención del público. Era habitual escuchar a músicos tocando en vivo, especialmente pianistas. Las salas más modestas contaban con un fonógrafo, y en algunos casos incluso disponían de una orquesta sinfónica o un coro, situados tras la pantalla.

Esta música era improvisada, aunque los intérpretes también recurrían a partituras de música clásica o propias del repertorio teatral. Dado el éxito de el cine como nueva forma de entretenimiento estas distintas melodías fueron almacenándose en catálogos, conformado la llamada música de photoplay; eran los propios músicos quienes enviaban las partituras que debían acompañar a cada film. Todo esto fue habitual hasta la llegada de las composiciones originales para películas, siendo la primera de ellas la que realizó Joseph Carl Breil para El nacimiento de una nación, de Griffith.

La música en el cine mudo se utilizaba para crear un tema asociado a los personajes principales o a situaciones argumentales, y el público podía identificar las distintas melodías cada vez que se repetían o variaban. Además, se empleaban diversas secuencias armónicas para representar los diferentes estados de ánimo presentes en la cinta. Todos tenemos en mente algún fragmento de Chaplin o Keaton, e incluso de la Disney primigenia, en los que un alegre personaje —alegre por su rostro, exceptuando claro está a Keaton, pero también por el hilo musical que acompaña al fragmento en nuestra cabeza— camina con aire grácil hasta que su felicidad se ve truncada por un suceso X, al que acompaña una música muy distinta… ¿verdad?

Sobre las distintas secuencias armónicas surgían las improvisaciones, marcando así efectos visuales como golpes, caídas o carreras. Pero no solo de comedia vive el cinéfilo, y esta música también podía servir para crear tensión más allá de la comedia. Sí, podemos pensar perfectamente en Murnau y en como la música y los efectos de sonido han condicionado casi por completo la experiencia del espectador en las películas de terror hasta nuestros días."





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